viernes, 10 de junio de 2011

DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE

El ciervo o venado es un animal esbelto, robusto, bien conformado y de porte majestuoso y altivo. Su corpulencia puede variar de modo considerable, siendo la hembra bastante más pequeña que el macho, del que difiere también por el color del manto.  es muy tímido y miedoso, y no muy astuto ni inteligente. El ciervo que conocemos nosotros es una especie muy antigua, de modo que se estima que hace unos 400.000 años tanto el ciervo como su cornamenta comenzaron a configurarse con sus actuales características, aun cuando en los años posteriores evolucionó la forma de la cuerna hasta hacerse más compleja en la corona de puntas que caracteriza a los machos adultos. El ciervo es más activo durante el amanecer y atardecer, siendo su periodo de menos actividad el centro del día. Es una especie marcadamente errática, de forma que raramente pasa más de un día en un mismo lugar, sin molestarse nunca en preparar un encame. El macho  suele vivir en solitario, mientras que las hembras, junto con los ejemplares más jóvenes, se organizan en rebaños que pueden ir  desde 3 ó 4 ejemplares a más de 20, normalmente dirigidos por una hembra experimentada, que coordina el rebaño manteniendo una rígida jerarquía en la que participan tan solo las hembras más adultas. Este rebaño matriarcal posee un territorio de verano y otro de invierno y ambos son defendidos de la intrusión de otros grupos.

En su desplazamiento, los rebaños (Castells y Mayo, 1993) adoptan una ordenación lineal que en los grupos de hembras está encabezado por la hembra adulta dominante, seguida del resto, que se sitúan en función de la edad; mientras que en el período de celo el grupo está cerrado por el macho dominante, posiblemente con la función de mantener reunido el grupo.

Se han descrito (Ángel Cabrera, 1911) dos subespecies de ciervos en la península ibérica: el Cervus elaphus hispanicus, circunscrito casi exclusivamente a las Marismas del Guadalquivir y el C. e. bolivari, que ocupa el resto de la península ibérica. Ambas razas presentan la singularidad respecto del prototipo europeo de carecer de largas crines colgadas del cuello (J.L. Rodríguez, 1993).   

Grado de amenaza: especie cinegética en España, por lo que no se encuentra en peligro.

DATOS DE LA ESPECIE

Ciervas entre la nieve. Sierra de Baza, febrero-2007.
-      Longevidad: Un máximo de 20 años, aun cuando la media en torno a los 10 años

-     Berrea y celo: Septiembre-octubre (final del verano). En esta época, que se puede prolongar durante aproximadamente un mes, el macho se muestra en extremo egoísta: no piensa más que en su apetencia sexual, olvidándose incluso de comer, por lo que puede perder muchos kilos, entregándose a duros combates con otros machos contendientes, en defensa de su harén o territorio, tratando en algunos momentos a las hembras con violencia. A diferencia del macho la hembra de ciervo, durante todo el año, incluida la época de celo, tiene como principal ocupación conseguir alimento y solo reposa, normalmente pocas horas, en el corto período de tiempo que transcurre entre la ovulación y la cópula.

-       Gestación: Unos 8 meses.

-       Época de parto: De mayo a julio.

-       Duración del parto: Muy rápido, apenas 10 minutos.

-       Número de crías por camada: Una. Excepcionalmente dos, que tienen lugar con un intervalo mínimo de dos años, de modo que la hembra que cría un año no lo hace el siguiente. Se estima que el índice reproductor medio es del 0,44 cría/hembra. 

-       Duración de la lactancia: Exclusivamente leche materna durante unos 3 meses. A partir del 4º mes de vida continúa alternando la leche con alimento sólido. Durante el primer año de vida de la cría y parte del segundo, hasta que la madre no entran en un nuevo celo la cría acompaña a la madre, Posteriormente las hembras suelen mantenerse en el mismo territorio que la madre, mientras que los machos jóvenes se desplazan en busca de nuevos territorios, efectuando desplazamientos en torno a los 20 Kms. 

-       Madurez sexual: La hembra a los 2 ó 3 años. Los machos a los 3 aunque con difíciles posibilidades de copular.

-       Alimentación: Fitófago puro. Como pasto prefiere gramíneas y hierbas, mientras que en el otoño busca las bellotas para acumular grasas para prepararse para el invierno. Esta dieta básica se complementa con otras, así en la Sierra de Baza, está muy marcada por el territorio, de modo que mientras que en la zona Nevado-Filábride se completa básicamente con leguminosas como el aznacho, en la zona Alpujárride se completa con romeros y labiadas

-       Huellas: En sus huellas se marcan perfectamente dos pezuñas de unos 6-7 x 8 cms. en el macho y 4-5 x 6 cms. en la hembra. La huella del pie delantero es más abierta que la de la parte posterior. La huella de la hembra es más afilada que la del macho.

-       Excrementos: Cilíndricos con un extremo redondeado o ligeramente cóncavo y el otro a menudo acabado en punta. Miden 20-25 x 13-18 mm. Son negros brillantes cuando están frescos y se vuelven más pardos al secarse.  

-     Dimorfismo sexual: Muy acentuado. La hembra carece de cuernos en todas las etapas de su vida, siendo el macho el único que tiene cornamenta. El tamaño de los cuernos no va a depender exclusivamente de la edad, de modo que la edad de un ciervo macho no va poder determinarse por su cornamenta (sí puede hacerse con rigor por los dientes), ya que el tamaño de los cuernos depende de otros factores como la herencia biológica, vigor del ejemplar, estado de salud y alimentación del animal. No obstante y con carácter genérico se estima que el tamaño de la cuerna y número de puntas va aumentando con los años, hasta llegar a un óptimo en torno a los 11-12 años, aunque variable según las poblaciones, que comienza a disminuir en tamaño y calidad. La primera cuerna de un animal macho de un año suele consistir en las típicas varas, es decir, no tiene ramificaciones, de aquí toma el nombre de vareto, siendo su longitud en torno a los 60 cms, aun cuando se han citado casos excepcionales de ramificaciones en ejemplares de solo un año con hasta ocho puntas, que es la cuerna típica del segundo año, siendo típicas de los ejemplares entre 3 y 4 años las cuernas con doce puntas, alcanzando su máximo desarrollo en la madurez de su vida, que se estima es entre los 7 y 9 años aproximadamente.



Detalle de la cabeza de una hembra adulta, en la que se aprecia la total ausencia de cuernos


Detalle de la cabeza de un macho tras los primeras días del desmogue, apreciándose como los cuernos comienzan a nacer. En esta fase de la vida del animal puede confundirse, a lo lejos, con una hembra, al dar la apariencia de carecer de cuernos. 


-         Cornamenta del macho: En torno a la cuerna del ciervo hay toda una cultura de conocimientos y datos. Posiblemente sea la parte de un animal más estudiada del planeta. Con una reglamentación muy rigurosa de esta pieza como trofeo y todo un léxico en torno a la misma. Cada una de las partes de la cuerna reciben las denominaciones que pasan a describirse en la siguiente imagen:

                                 

Además y en función de tamaño y características de la cuerna, recibe ésta los siguientes nombres:

-         Vareto: Dos astas rectas verticales con una sola punta.
-         Horquillón: Cuando presenta dos puntas por cuerna.

Otras palabras relacionados con la cuerna son:

-         Escoda: Cuando salen los cuernos aparecen cubiertos de una capa muy débil y delicada conocida como terciopelo, que los ciervos eliminan restregándose en los árboles y arbustos, a lo que se denomina escoda.

-         Escodadero: El lugar de escoda.

-         Desmogue: La caída natural de la cuerna del macho se produce todos los años a final de invierno o principios de primavera.

El tamaño de la cuerna de los ciervos refleja su fertilidad
Un reciente  estudio de la cuerna de los ciervos efectuado por un equipo de investigadores del  Museo Nacional de Ciencias Naturales, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, 2005) ha permitido realizar dos hallazgos sorprendentes. En primer lugar, han descubierto que el tamaño y la complejidad de la cornamenta de los ciervos guardan una relación directamente proporcional con su fertilidad. Al mismo tiempo, han conseguido determinar por vez primera qué factores determinan la fertilidad en los machos de ciervo: el número de espermatozoides producidos y la velocidad a la que éstos nadan, indicadores probablemente extrapolables a otras especies de machos de mamíferos, incluidos los humanos. 
Los dos hallazgos se enmarcan en un proyecto de investigación sobre reproducción en poblaciones de ciervo ibérico dirigido por los investigadores del CSIC Montserrat Gomendio y Eduardo Roldán, ambos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), en Madrid, y Julián Garde, del Instituto de Investigaciones en Recursos Cinegéticos (centro mixto del CSIC, Universidad de Castilla La Mancha y Junta de Comunidades de Castilla La Mancha), en Ciudad Real. Las conclusiones de su trabajo acaban de protagonizar sendos artículos en Biology of Reproduction y Proceedings of the Royal Society of London (Biological Sciences).
Hasta ahora sólo se estimaba el tamaño de la cuerna de los machos de ciervo como un arma, por la ventaja que puede representar a la hora de pelear con un rival de su misma especie por defender un harén de hembras. Pero los investigadores del CSIC han probado que tiene además una función de señalización para las hembras, a las que ofrece información de importancia sobre la fertilidad del macho. 
En concreto, los investigadores han comprobado que cuanto más grande y más compleja es la cornamenta, es decir, cuantas más ramificaciones y más puntas tiene, mayor es su fertilidad. El tamaño y la complejidad de la cuerna refleja precisamente aquellas características que determinan la fertilidad de los machos, es decir, el número de espermatozoides y la velocidad a la que estos nadan. A partir de este dato constatado, los científicos del CSIC proponen que esta información sobre la fertilidad de los machos podría ser percibida de algún modo por las hembras, y utilizada además para elegir con qué macho aparearse, desmarcándose así de la hipótesis tradicional de que sólo los ejemplares que vencen en las peleas logran el apareamiento con las hembras.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario